Altruismo, caridad, filantropía, empatía, solidaridad, compasión, generosidad… Parece que hay miles de palabras que quieren decir “ayudar a los demás”. Pero, ¿realmente significan lo mismo? ¿Hay alguna razón por la que utilizamos una en lugar de otra?
En literatura, se dice que los sinónimos no existen. Que cada palabra, aunque tenga un significado parecido o similar a otra, siempre tiene un cariz particular que la hace diferente y única, por lo que ninguna palabra es intercambiable para decir lo mismo. De forma similar, en el vasto mundo de la filantropía, se encuentran conceptos y términos que, aunque parecieran ser intercambiables, la realidad es que sus significados van más allá de simples definiciones. Estas palabras no solo describen acciones o emociones, sino que también encapsulan valores, principios y la esencia misma de ayudar y apoyar a los demás. En este «Diccionario de ayuda», exploraremos las definiciones más relevantes y profundas de términos fundamentales en el ámbito de la generosidad y el altruismo. Desde la empatía hasta la solidaridad, cada palabra aquí presente nos guía hacia una comprensión más completa y enriquecedora de cómo podemos marcar una diferencia positiva en el mundo que nos rodea.
Del fr. altruisme.
1. m. Diligencia en procurar el bien ajeno aun a costa del propio.
Sin.: abnegación, generosidad, liberalidad, desprendimiento, desinterés, caridad, filantropía, humanidad.
Ant.: egoísmo.
El concepto de Altruismo fue acuñado por el lenguaje científico por Auguste Comte, el padre de la sociología y filósofo francés, en su obra Cathéchisme positiviste (1852), en donde lo definió como “El conjunto de las inclinaciones benevolentes de un individuo”, el “vivir para los demás” y el opuesto al egoísmo. Tras esta definición inicial, desde la segunda mitad del siglo XX, el altruismo ha sido objeto de numerosos estudios y redefiniciones. Hoy en día, desde la psicología, se considera como una conducta voluntaria no motivada por la expectativa de recompensas externas o por la evasión de estímulos externos de aversión; como motivo o intención de la persona cuya finalidad es el bienestar del otro o de los otros. En otras palabras, el altruismo es un estado motivacional que tiene el fin último de mejorar el bienestar de otro. Es decir, se refiere a las motivaciones, a la intención que lleva a la acción de aumentar el bienestar de otro. Aunque ayudar a otros puede generar satisfacción personal, el objetivo principal del altruismo sigue siendo el bienestar ajeno, y este placer personal es solo una consecuencia secundaria de ayudar a otro.
Del lat. tardío compassio, –ōnis.
1. f. Sentimiento de pena, de ternura y de identificación ante los males de alguien.
Sin.: condolencia, conmiseración, compunción, lástima, ternura, piedad, misericordia, caridad, clemencia, solidaridad, humanidad.
Ant.: impiedad, insensibilidad.
La palabra «compasión» proviene del latín y está relacionada con la conmiseración, que es el sentimiento de pena o lástima hacia quienes sufren penalidades o desgracias. Desde la antigüedad, la compasión ha sido un concepto central en muchos debates filosóficos. Aristóteles, en su Retórica, describe la compasión como «un cierto pesar por la aparición de un mal destructivo y penoso en quien no lo merece, y que también podríamos esperar que lo padeciera uno mismo o algún allegado». Filósofos como Rousseau, Schopenhauer y Unamuno han defendido su valor moral, mientras que Kant, Nietzsche y Descartes la han criticado.
A pesar de todas las discusiones sobre su valor moral, el consenso es que la compasión implica una participación inmediata en el sufrimiento del otro, ya que, aunque sea un sufrimiento externo a nosotros, lo sentimos como propio, pero no en nosotros, sino en el otro, lo acompañamos, lo co-sentimos. No se trata de pretender sufrir como él, ya que cada dolor es único e inigualable, sino de acoger su dolor y frustración y ofrecerle compañía. A través de la compasión, nos sentimos conmovidos por el sufrimiento del otro y no somos espectadores impasibles. Esto significa que la barrera entre nosotros y el otro se disuelve momentáneamente, permitiéndonos sentir su necesidad como propia y verlo no como un ser ajeno, sino como alguien cercano. De esta forma, la compasión fomenta el acercamiento, la conciencia del «nosotros», la cooperación y la unidad, en lugar del enfrentamiento y la división.
Como se verá más adelante, empatía y compasión están estrechamente relacionadas, pero no son idénticas. En la psicología actual, la compasión es una forma particular de empatía en la que el sentimiento dominante es la tristeza. Igual que la empatía, tiene una dimensión cognitiva: conocer el mal del otro; y una dimensión afectiva: sentirlo.
A partir del gr. ἐμπάθεια empátheia.
1. f. Sentimiento de identificación con algo o alguien.
Sin.: identificación.
Se refiere a la capacidad de entender y compartir las emociones de los demás. La empatía nos permite conectarnos profundamente con las experiencias de otros, sentir su alegría, dolor, o tristeza como si fueran propias.
El término empatía tiene raíces históricas profundas. En el siglo XVIII, el romanticismo alemán lo conocía como Einfühlung, inicialmente relacionado con la estética y el arte. Adam Smith, en 1759, tomó este concepto y lo aplicó a las emociones humanas, aunque utilizó la palabra «simpatía». No obstante, fue en el siglo XX cuando se estableció claramente la diferencia entre simpatía y empatía, especialmente en el campo de la psicología.
Para esto, hay que remontarnos a principios de 1900, cuando Edward Titchener describió la empatía como “sentir adentrándose en el otro, compenetrarse”, marcando el inicio de su definición moderna. En 1996, Davis ofreció una definición precisa, señalando que la empatía incluye tanto componentes afectivos (emocionales) como cognitivos. De esta forma, aunque a menudo se confunden, simpatía y empatía no son lo mismo. La simpatía implica entender las emociones de otro y sentir preocupación o compasión por ellos, sin necesariamente compartir sus sentimientos. Es una respuesta más superficial y cognitiva. Por otro lado, la empatía involucra una conexión emocional más profunda, donde realmente sentimos lo que el otro está experimentando, lo que puede motivarnos a actuar en su beneficio.
Del gr. φιλανθρωπία philanthrōpía.
1. f. Amor al género humano.
Sin.: filantropismo, altruismo, generosidad, magnanimidad, humanitarismo, abnegación, caridad.
Ant.: misantropía.
La palabra «filantropía» tiene una historia rica y compleja que se remonta a la Antigua Grecia, donde el término philantropia describía un amor profundo por la humanidad y un compromiso ético con el autodesarrollo y las buenas costumbres. En la Academia de Platón, se entendía como un estado de buenos hábitos derivados del amor a la humanidad.
Desde este origen, el concepto evolucionó significativamente a lo largo de los siglos. En el siglo IV, el emperador romano Juliano el Apóstata intentó revivir el paganismo como religión oficial y adaptó el término griego philantropia para emular la caridad cristiana. Sin embargo, no fue hasta la Ilustración en Inglaterra y Escocia que la filantropía adquirió su connotación moderna, cuando tomó un cariz progresista a través del cual la clase alta comenzó a preocuparse por el bienestar social, impulsando la creación de fundaciones y organizaciones dedicadas a ayudar a los menos favorecidos.
Hoy en día, la filantropía se define como un esfuerzo organizado para mejorar la sociedad mediante la recolección y distribución de recursos a causas específicas. A diferencia de la caridad, que se basa en acciones individuales y espontáneas; y la beneficencia, que es pública y oficial, la filantropía moderna tiene un carácter administrativo, institucional y privado. Una última metamorfósis contemporánea del término surgió en el 2008, cuando Matthew Bishop acuñó el término «filantrocapitalismo» para describir cómo los multimillonarios del siglo XXI emplean técnicas empresariales en sus fundaciones para maximizar el impacto social de sus inversiones.
En resumen, la filantropía es el acto de generar riqueza para los demás, transfiriendo recursos a quienes más lo necesitan. Como se puede ver, la filantropía es uno de los términos más complicados de nuestro Diccionario ya que, por un lado, pone en clara evidencia la desigualdad en la que vivimos, dado que opera bajo el supuesto de que existe una asimetría entre el filántropo y su beneficiario; pero, por el otro lado mucho más luminoso, también apela, como dice su etimología, al amor humanitario por el simple hecho de ser parte de la humanidad. Así, la filantropía no solo implica dar, sino también un compromiso profundo con la mejora del bienestar colectivo.
Del lat. soliditas
1. f. Adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros.
Sin.: participación, apoyo, compañerismo, camaradería, fraternidad, respaldo, adhesión, fidelidad, unión, ayuda, defensa, favor.
Ant.: insolidaridad.
La palabra «solidaridad» tiene sus raíces en el latín, derivada de solidus o soliditas, que significan “completo”, “sólido” y “entero”. Originalmente utilizada en el ámbito jurídico como in solidum, implicaba una responsabilidad compartida, donde todos los deudores respondían conjuntamente a una obligación. Con el tiempo, la teología cristiana adoptó el término solidaritas, refiriéndose a la comunidad humana unida por ser hijos de Dios. Sin embargo, fue en el siglo XIX, con pensadores como Pierre Leroux, Auguste Comte, Émile Durkheim y Léon Bourgeois, cuando la solidaridad se redefinió como un concepto laico. Ellos la vieron como un sustituto de la caridad cristiana, un principio social y ético que sostenía la cohesión y el apoyo mutuo en la sociedad. Después de la Segunda Guerra Mundial, el término adquirió un nuevo matiz, centrándose en la solidaridad como un valor humano esencial. Hoy, entendemos la solidaridad como el valor que permite colaborar y compartir las necesidades del otro como propias, fomentando tanto la unión colectiva como el desarrollo individual. Es un valor que nos permite sentirnos parte de una comunidad sin perder nuestra identidad personal, promoviendo la responsabilidad compartida y el apoyo mutuo.
Con este primer volumen del “Diccionario de ayuda” queda claro que las palabras que usamos son pilares fundamentales de la acción altruista y el apoyo a los demás. Desde la empatía, que nos conecta emocionalmente; hasta la solidaridad, que nos impulsa a actuar juntos por un bien común, cada término nos recuerda la importancia de comprender, sentir y actuar en beneficio de quienes nos rodean. Te animamos a que estas definiciones no solo queden en el papel, sino que inspiren acciones concretas de generosidad, compasión y ayuda mutua, creando así un mundo más solidario y humano para todos. ¿Quieres formar parte de nuestra comunidad solidaria? ¡Escríbenos y sé parte del cambio!
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