Qué es TIME100 Philanthropy y por qué importa

Blog por una Cultura de Donación

Por: Danielle Roux Rodríguez

El 20 de mayo del 2025, Time publicó una lista que revela un cambio en el mundo de la filantropía. 

Desde 1999, la revista Time publica anualmente la lista de las 100 personas más influyentes del mundo, conocida como TIME100, con la convicción de que los individuos tienen el poder de cambiar el mundo. A partir de hace algunos años, esta idea se expandió para abarcar las áreas más significativas para formar al futuro. Así, han surgido listas especializadas de personas influyentes en temas como la IA, Clima, Salud— y, ahora, Filantropía. 

Esta nueva lista surge en un contexto internacional y nacional (hablando de Estados Unidos, tomando en cuenta que Time es una publicación estadounidense) en el que la filantropía, así como las nociones de solidaridad, generosidad y conciencia que impulsaron grandes proyectos de transformación social y ambiental durante el siglo pasado, se ven en riesgo. Desde instituciones sin fines de lucro castigadas por legislaciones; hasta los gobiernos con ambiciones personales, el modelo de los grandes filántropos al estilo de Rockefeller parece cada vez más lejano. Sin embargo, en 2025 Time se dio a la tarea de rastrear a la nueva generación de donantes que está revolucionando el concepto de dar, en el que el individuo se encuentra con otros para hacer eco y llegar a las personas que más ayuda necesitan.

La lista incluye 100 nombres, sí; pero no solo los enlista, sino que los clasifica. Este formato permite incluir tanto a grandes nombres tradicionales como a actores menos convencionales dentro del ecosistema filantrópico. Las categorías utilizadas —Titans, Leaders, Trailblazers e Innovators— no son neutrales: reflejan distintos tipos de poder e influencia en el ecosistema filantrópico global.

Los Titans, son figuras como MacKenzie Scott, quien resalta por sus donaciones rápidas y sin restricciones; Melinda Frech Gates, por su rol estratégico en temas de de salud y género; y Carlos Slim, que apoya el talento mexicano. Estas personas son quienes representan el poder económico concentrado, ya que suyas son las grandes fortunas que permiten la existencia de la filantropía tradicional. Su influencia, que proviene de la magnitud de sus donaciones, es indiscutible, pero también generan debates sobre la concentración de capital y decisiones en pocas manos, y problematizan la distribución de riqueza y el altruismo. 

La siguiente categoría, Leaders, se refiere a aquellos que tienen peso institucional y político. Son personas que encabezan fundaciones, redes globales o políticas públicas, y por lo tanto, su influencia viene de su rol estratégico, muchas veces articulador y determinante. En esta categoría encontramos a Ajay Banga, presidente del Banco Mundial, y a Darren Walker, presidente de la Fundación Ford, quienes tienen influencia estructural: articulan alianzas, fondos y cambios a gran escala a través de instituciones.

En tercer lugar, los Trailblazers. Son quienes rompen moldes en la filantropía tradicional al introducir enfoques poco convencionales o visibilizar causas al margen.  Aquí se inscriben varias figuras del Sur Global o con enfoques comunitarios, ya que abren caminos nuevos desde márgenes históricos. Encontramos figuras como Marlene Engelhorn, heredera austriaca y alemana que milita por la redistribución radical de la riqueza con políticas de impuestos a la herencia, o Ananya Birla, quien apuesta por la salud mental, bienestar y el emprendimiento rural en India. 

Por último, la categoría de Innovators. Estas personas no solo se preocupan por la generosidad o la diversificación de las causas que vale la pena apoyar, sino que revolucionan la misma forma en la que se dona. Su trabajo se trata de la transformación de herramientas, modelos y principios de la filantropía tradicional. Desde plataformas digitales de donación hasta nuevos mecanismos de inversión social, representan la filantropía en clave de disrupción. En esta categoría encontramos perfiles como John Green, por su Foundation to Decrease World Suck (FTDWS) y Sara Lomelín, quien impulsa los giving circles, promoviendo una filantropía más colectiva, accesible y culturalmente cercana. 

¿Qué nos dice esta lista sobre el presente (y futuro) de la filantropía?

Esta clasificación, que va desde nombre titánicos como David Beckham, embajador de UNICEF, hasta el filósofo Peter Singer, con su fundación The Life You Can Save, no solo nombra y ordena: legitima nuevas formas de influencia. Visibiliza una transición en un entorno históricamente movido por el poder tradicional y conservador, de una filantropía basada en grandes fortunas, a otra donde la innovación, la diversidad y el compromiso comunitario también son formas legítimas de influencia y, sobre todo, en el que las ganas individuales de cambiar el mundo resuenan y encuentran cauces que, efectivamente, transforman realidades.

Esta transición del modelo clásico basado en grandes fortunas y fundaciones a un modelo emergente que tiene su fundamento en la comunidad y participación colectiva revoluciona el mismo concepto de filantropía, en el que ya no se trata solo de una redistribución de dinero o recursos, sino de una redistribución de poder. La ya mencionada Marlene Engelhorn encarna esta redistribución de privilegios asociados a la riqueza, pero también lo hacen, por ejemplo, Pam y Pierre Omidyar, quienes están enlistados en la categoría de Innovators no porque Pierre es fundador de eBay, sino porque juntos han creado The Omydor Group, un conjunto de empresas y organizaciones filantrópicas que invierte millones a causas tan diversas como la gobernanza y la participación cívica a través de la democracia, hasta la inclusión financiera y la educación en África, Asia y América Latina.  

La lista refleja realidades ya palpables: según el Johnson Center for Philanthropy, los giving circles como los que impulsa Sara Lomelín, han contribuido con más de 3.1 billones de dólares a causas sociales desde el 2017. Asimismo, según Hali Lee, fundadora de Asian Women Giving Circle y cofundadora de Donors of Color Network, el futuro de la filantropía es la acción comunitaria. 

¿Y en América Latina? Entre la generosidad y la desconfianza

Aunque a menudo se dice que en América Latina “no hay cultura de donación”, la realidad es mucho más compleja. La región tiene una tradición fuerte de solidaridad informal a través de las redes familiares, vecinales y comunitarias, que juegan un papel fundamental. Sin embargo, las donaciones formales todavía enfrentan obstáculos importantes: la falta de confianza en las instituciones, la limitada transparencia y las crisis económicas recurrentes afectan la voluntad y capacidad de donar de la población en general.

La filantropía representa alrededor del 0.2% del PIB regional, con un crecimiento histórico moderado, pero sostenido. Entre 2004 y 2007, por ejemplo, la filantropía en América Latina aumentó un 58%, con 283 actores invirtiendo $7.719 millones de dólares. Más recientemente, según un estudio de 2018, México y Colombia lideran en activos fundacionales, que representan 1% del PIB… aunque, comparado con otras regiones, vuelve a palidecer: en Estados Unidos, representa un 4.8%. Dado que la filantropía pública es escasa, la base latinoamericana se compone de filantropía privada, empresarial y comunitaria. 

Esto se ve reflejado en la lista de TIME100 Philanthropy, donde Latinoamérica aparece en la aportación de cada una de las categorías. Hay titanes de grandes capitales como el mexicano Carlos Slim Helú; movilizaciones comunitarias y culturales, con líderes como Celina de Sola, de El Salvador, fundadora de Glasswing Internacional; trailblazers, como María José Iturrralde, de Ecuador, quien lidera proyectos de restauración del bosque y cultura indígena; y dos innovadores: Sol Trujillo, empresario y cofundador del Latino Donor Collaborative, que usa datos para visibilizar a los latinos, y Sara Lomelín, que impulsa la filantropía comunitaria. 

Los lazos comunitarios y la colaboración latinoamericana, se puede concluir, son grandes fortalezas para la filantropía. Para seguir con un aumento en la cultura de la donación, la filantropía en la región deberá ser más eficiente, adaptable y a mayor escala para responder a un entorno de constante cambio y sortear los factores limitantes, tales como la falta de confianza en las instituciones que tradicionalmente han impulsado la solidaridad. En el nuevo modelo de filantropía no basta con donar: se trata de invertir socialmente, de manera planificada y medible, con impacto replicable. 

Así bien, aunque la filantropía privada aún lidera en volumen en América Latina, la comunitaria, la que destaca TIME100, es el verdadero cimiento de una revolución de la cultura de donación regional. Crowdfunding, giving circles, alianzas voluntarias… ahí se juega la revolución filantrópica, en las trincheras latinoamericanas.

Sara Lomelín: una latina en el centro del cambio

Por su impulso constante a los giving circles, enfocados en las comunidades de personas de color en los Estados Unidos, Sara Lomelín encarna este nuevo paradigma.

Egresada de la IBERO y Consejera de nuestro Patronato, Sara conecta a personas e ideas, construye relaciones y es una firme creyente de que todos y todas podemos ser filántropos. Autodefinida como “disruptora filantrópica”, ha recorrido el mundo hablando sobre el poder de la donación colectiva y su vínculo con la participación cívica y la filantropía latina. Como CEO fundadora de Philanthropy Together, promueve una filantropía impulsada por personas individuales, destinada a financiar organizaciones de base, cambiar dinámicas de poder y diversificar el sector. Antes de Philanthropy Together, fue directora de Leadership Philanthropy en Opportunity Fund (hoy Accion Opportunity Fund) y VP de Filantropía en la Latino Community Foundation, donde creó la red de círculos de donantes latinos más grandes de EE. UU.

TIME100 Philanthropy no es la primera vez que Sara es reconocida por su impacto, ya que su nombre también figura en la NonProfit Times Power & Influence Top 50 (2024), y en Forbes 50 0ver 50: Impact (2023). Igualmente, la constante inclusión de su voz en publicaciones como Fortune, Ms. Magazine y Philanthropy Women refleja el avance a una filantropía más diversa, con rostro latino, femenino y colectivo. Sara nos invita a repensar qué significa donar y quién puede hacerlo:

“Creo que los desafíos que enfrenta el mundo son enormes. Necesitamos a todos. No se trata de reemplazar la gran filantropía, se trata de involucrar más voces y a más personas tomando acción para apoyar a sus comunidades

Así, los giving circles y la filantropía comunitaria, dice Sara, no se tratan de mover miles de millones, sino de movilizar a miles de millones de personas en una causa común:

“Las personas crean giving circles porque ven una injusticia y quieren actuar: los individuos activan a la filantropía. Como muchos de estos círculos están basados en identidades marginales, apoyan a organizaciones dirigidas por personas de esas mismas comunidades”

Así, la filantropía comunitaria apela directamente a la experiencia y la identidad, y tiene el potencial de democratizar el sector. Como demuestra la trayectoria de Sara Lomelín, puede crecer, desde lo local, hasta un impacto global. Todos nosotros podemos ser parte de algo más grande y apoyar a las comunidades y causas que nos importan, porque nuestro granito de arena, unido con otros, se vuelve montañas. 

Conoce más sobre el trabajo de Sara: https://philanthropytogether.org/

Conoce la lista completa de TIME100 Philanthropy: https://time.com/collections/time100-philanthropy-2025/

 

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