Por: Danielle Roux Rodríguez
La educación superior ha cambiado drásticamente en las últimas décadas con el aumento de la matrícula, la movilidad de los estudiantes, la diversidad de la oferta, la dinámica de la investigación y la tecnología. Unos 235 millones de estudiantes están matriculados en universidades de todo el mundo, una cifra que se ha más que duplicado en los últimos 20 años y que está destinada a aumentar. Sin embargo, a pesar del auge de la demanda, la tasa general de matrícula es del 40%, con grandes diferencias entre países y regiones.
(UNESCO)
En el mundo globalizado, hay pocas cosas que no se encuentran en internet. Además, cuando eres jóven, es difícil imaginarte haciendo lo mismo por el resto de tu vida, por lo que hay muchos que entran en crisis a la hora de decidir qué estudiar, o si hacerlo en primer lugar. Ante esta realidad actual, podrás estar preguntándote ¿por qué estudiar una licenciatura? ¿Qué tiene de especial la universidad? La respuesta principal, que iremos desglosando a lo largo de este artículo, es que son pocos los que consideran que son la misma persona antes y después de su curso por una institución de educación superior, ya que este camino realmente te cambia la vida de más formas de las que te puedes imaginar.
La cuestión es que la universidad no sólo proporciona las cosas que seguro ya sabes, como mejores oportunidades laborales, acceso a mejor paga y obtención de conocimiento y habilidades especializadas y actualizadas que te prepararán para tu carrera profesional. Otros argumentos clásicos en favor son: contar con una licenciatura te asegura que cumplas con los requisitos del mercado laboral, que representa un aumento de ingresos y empleabilidad. Incluso hay algunos que aseguran que las personas con estudios superiores tienen una mejor calidad de vida, salud y niveles de felicidad, los cuales se ligan con el nivel socioeconómico y niveles de estrés. Sin embargo, lo que quizá no sabes, y lo que consideramos que marcan un verdadero antes y después, son las softskills que obtienes, las habilidades que te ayudarán en tu desarrollo profesional y personal. A continuación te presentamos algunas de estas ventajas inmateriales que tal vez no has pensado, pero sin duda afectan tu vida cuando decidas cursar o no una carrera universitaria.
Confianza y autoestima, autorrealización y dignidad, empoderamiento
Sabemos que terminar una licenciatura es un logro importante que requiere de compromiso, disciplina y esfuerzo, por lo que cuando tienes tu título en la mano te das cuenta de que puedes con mucho más de lo que pensabas. En muchos casos, además, este triunfo no solo es personal, sino que se trata de un esfuerzo colectivo que implica a toda la red afectiva de la persona graduada, ya sea por apoyo económico, emocional, o material. Esto tiene como consecuencia un fuerte sentimiento de autorrealización, de agradecimiento y, por supuesto, un consiguiente aumento de autoestima. Es probable que, en adición de esta complacencia, te sientas más seguro de tus propios conocimientos y habilidades, dado que has invertido tiempo y esfuerzo en asegurarte de que tienes lo necesario y que estás preparado para lo que sigue.
Este punto está ligado con el anterior, ya que supone que en tu paso como estudiante, te darás cuenta de que, para llegar a un resultado satisfactorio, necesitarás responsabilidad y perseverancia. No todo en la vida va a ser fácil, y para sortear esas materias y proyectos que, ya sea que no tienen que ver exactamente con lo que te interesa o que implique algo que no se te da naturalmente, necesitarás aprender a ser autogestivo, responsable y organizado. Lo bueno es que estos hábitos te llevarán a volverte una persona con mucha capacidad no solo para hacer las cosas en las que eres bueno, sino también en afrontar los obstáculos de forma eficiente y a confiar en ti mismo.
Socialización y contactos
No es secreto que en la universidad te puedes hacer de una cartera de contactos que sin duda te hará falta en tu vida profesional. Sin embargo, las ventajas que se desprenden de la socialización que se da en estas instituciones van más allá de hacerte amigo de alguien que puede volverse una persona poderosa o que te puede ayudar en un futuro. Al ser, por definición, un lugar en donde se encuentran muchas personas para compartir ideas, la universidad te da la oportunidad de interactuar y conocer con gente que no se encuentra en tu círculo cercano o inmediato, sino que, por el contrario, te pone en contacto con otras culturas y contextos, lo que a su vez abre tu mundo y amplía tu horizonte. Dado que convive gente que proviene de entornos diferentes, la forma en la que entendemos el mundo se ve trastocada, ya que nuestra ideología, convicciones, prejuicios, presupuestos y normalidades se ven desafiadas y cuestionadas. Paradójicamente, otra de las ventajas de la socialización en las escuelas superiores es que ahí se forman comunidades de personas que piensan de forma afín. Lo importante de estos grupos que nacen en las universidades es que no son formados al azar o por inercia, sino por afinidad de pensamiento. No es el caso, por ejemplo, de los grupos de amigos de la colonia, cuyos lazos se estrechan por la convivencia diaria y la conveniencia proximidad, sino que son personas que se relacionan porque les interesan las mismas cosas o los mismos temas, que se conocen por clases en común o por pertenecer a las mismas asociaciones o actividades. Por último, no podemos dejar de insistir en la importancia que tienen las habilidades sociales y diplomáticas que se obtienen al convivir al mismo tiempo con personas con mentalidad parecida o completamente diferente a la propia, ya que estas sin duda harán más fácil las relaciones fuera de la universidad y para siempre.
Comunicación
Este punto está un poco relacionado con el anterior, dado que una de las habilidades sociales indispensables en la vida es comunicarse efectivamente. No obstante, esta no solo se refiere a la capacidad de tratar con personas cuyas ideas o contextos son diferentes, sino que la universidad también te entrena para transmitir conceptos complejos de manera más sencilla, ya que esta práctica es el corazón de las clases y cátedras.
Apertura de mundo
Es bien sabido que en la licenciatura se aprende mucho, pero quizá no te habías dado cuenta de que eso también significa que encontrarás cosas que no sabías que te gustaban. Esto se debe a que la enseñanza superior no solo se trata de la especialización en el área que escojas al momento de entrar, sino que tendrás la oportunidad de acercarte y explorar campos que ni siquiera conocías, o bien, no sabías que te llamaban la atención. De esta forma, en el camino que recorres en la universidad, tu mundo, intereses y perspectivas se amplían exponencialmente.
En muchos casos, la universidad y sus convenios representan una oportunidad de internacionalización única en los estudiantes. Más allá de lo que implica la salida del hogar y del espacio familiar que representa tener una experiencia internacional, esta tiene un valor excepcional en la educación intercultural que brinda. Una vivencia académica en otro país permite entender las diferencias y coincidencias en las formas de entender la realidad entre culturas. Además, la certeza es que, debido a la globalización, es imperativo que los estudiantes puedan desenvolverse y ejercer en todos los contextos posibles, ya que eso es lo que determinará su éxito en el futuro por formar parte de una sociedad y red transfrontera.
Pensamiento crítico
Quizá lo más importante que aporta la universidad, más allá de cualquier conocimiento o conexión, el pensamiento crítico que fomenta se ve reflejado en varios aspectos de la vida. En primer lugar, y en relación con lo ya discutido antes; a través de la discusión, cuestionamiento y contraste de ideas con personas que tienen puntos de vista diferentes, se aprende a no aceptar discursos tan fácilmente o sin fundamento. En segundo lugar, no solo se aprende a detectar las fallas en los argumentos de otros, sino en los propios; es decir, uno se da cuenta de los hoyos y prejuicios en los propios sistemas de creencias, lo que permite reevaluar las convicciones personales y hacer los ajustes necesarios cuando se cuenta con más información. En tercer lugar, tanto el conocimiento como la convivencia que proporciona la universidad permite entender los problemas sociales, históricos y ambientales que nos afectan actualmente, lo que en la mayoría de las ocasiones vuelve a los estudiantes agentes de cambio, ya que la toma de conciencia de la injusticia, aunque sea de una situación que no te afecta al sujeto personalmente, lleva a la intención de cambiarla. Esto tiene relación con el último punto clave del pensamiento crítico, y es el entendimiento de la complejidad de la realidad en la que vivimos, que se distingue por su multi e interseccionalidad y requiere de soluciones igual de sofisticadas.
Estas son solo algunas de las razones por las que la Universidad te marca mucho más allá del temario que ofrece, y por lo que la IBERO considera que uno de los objetivos más importantes de una institución de educación superior debe ser el desarrollo integral. La IBERO tiene como prioridad y como uno de los ejes principales en sus líneas de acción la excelencia humana integral, entendiendo esta como el fomento no solo del desarrollo intelectual, sino también el afectivo, introspectivo, social y físico. Esta convicción de la necesidad de entender y fortalecer todas las dimensiones del humano viene de la identidad ignaciana que nos da inspiración, ya que esta da sentido al quehacer humano a través de la construcción de diálogos que aporten un entendimiento profundo de la realidad social y a la solución de grandes problemáticas de nuestro tiempo. Así pues, no podemos olvidar el objetivo último de la pedagogía ignaciana: “la formación de hombres y mujeres para los demás, personas competentes, concienciadas y sensibilizadas para el compromiso” (Peter-Hans Kolvenbach, S.J. en su discurso “La pedagogía ignaciana, un planteamiento práctico”).
Con todo esto en mente es que decimos con confianza que sí, la Universidad te cambia la vida. No es por nada que la educación superior es uno de los mandatos de la UNESCO, ya que reconoce su valor en la transformación económica, tecnológica y social. Por nuestra parte, como Patronato de la IBERO, respaldamos la prioridad de nuestra casa de estudios de formar personas con excelencia humana integral y agentes de cambio con responsabilidad social. A todas las personas que están pensando en volverse parte de nuestra comunidad, lo son desde hace tiempo o apenas están entrando, ¡bienvenidas!
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